¡No me quiero ir…! Señora Zona de Confort
9 noviembre, 2018

Mi amigo el miedo

Emoción / Emotion­: viene del latín “motere” – “mover”. Es así que D. Goleman, uno de los investigadores y autores más reconocidos en el campo de las emociones, las define como “impulsos para la acción”.

Aparecieron evolutivamente como un mecanimo más complejo o perfeccionado, que  nos permitiera la supervivencia. ¿Cómo?

Cada emoción brinda una información específica y prepara al organismo para una respuesta también específica, adaptada al estímulo al que está respondiendo. Funcionan como “planes instantáneos” para enfrentarnos a las situaciones que la vida nos presenta, así las emociones son las responsables de que se generen cambios o respuestas fisiológicas en nuestro organismo y luego las respuestas en  acciones específicas ante un estímulo cualquiera. Así por ejemplo,  

  • La Ira: nos prepara para el ataque o la defensa.
  • Amor: la ternura y la satisfacción sexual están ligadas a la reproducción y también a la supervivencia de la especie. Ej. En la ternura: cuando la mamá desarrolla afecto hacia el niño, le permite cuidarlo hasta que este es capaz de sobrevivir por sus propios medios. 
  • Miedo: prepara al organismo para la huida o esconderse. Pone al organismo en estado de alerta general para evaluar la amenaza y las hormonas que se secretan, preparan al organismo para la acción congruente – huida, esconderse.

Dentro de esa mirada, el miedo como tal es una emoción perfectamente natural y tiene una funcionalidad específica… mantenernos vivos. Más aún, ante la situación que venimos atravesando, es lo más normal y comprensible sentir el temor, no hay nada de malo en ello y también, y más importante, en su justa medida, puede ser un buen aliado.

Miro lo que ocurre en redes sociales y grupos este tiempo, donde proliferan todo tipo de consejos y recomendaciones, relacionadas con “controlar y evitar el miedo”, mantener una “alta vibración”, “enfocarnos en emociones positivas”, “no preocuparse y ocuparse”, entre otros. Entiendo que desde diferentes enfoques o filosofías, son los mejores esfuerzos de personas que honestamente quieren lo mejor para todos este tiempo y que lo superemos lo más pronto, con el mínimo de impacto, costos de diferentes tipos y consecuencias posibles. Sin embargo creo que también busca imponer una “obligación” de sentirnos bien, de enfocarnos en “lo positivo”, de encontrar sentido, cuando hay muchas personas que por más buena voluntad que le pongan, lo que está sucediendo y su propia historia personal y circunstancias, no les permiten o no saben cómo hacer eso que para otros es tan “simple”. Esta visión, representa también el imperativo de negar, eliminar o controlar esas emociones que son tan naturales este tiempo y cumplen una función también positiva.  

Estoy convencida, por vivir en carne propia, el hecho de que cuando como adulto he podido reconocer el miedo, asumirme en él y buscar la información que tiene para mí, es decir, de qué me está tratando de advertir, he sido capaz de empezar a gestionarlo.

Entonces, ¿Una preocupación puede ser positiva, es decir, funcional? Pero por supuesto! Cuando me hace pensar en un riesgo o problema potencial, es decir, trae algo a mi mente de lo que debo o quiero ocuparme, para prevenir que sé que no quiero. De ahí, el siguiente paso, es justamente, “Pasar a la acción”.

Ejemplo No. 1:

Miedo: “Me asusta la situación económica, la crisis que se avecina y el saber qué pasará al terminar la cuarentena”. 

Acciones que se derivan para hacerme cargo:

  • Puedo, Evaluar cómo estoy administrando mis ingresos, mis deudas, mis gastos fijos. Me doy cuenta de que puedo y quiero hacer cosas de manera diferente, para conseguir otros resultados.
  • Puedo: Implementar cambios en aquellos rubros de gastos varios innecesarios, ej. “comidas fuera”.
  • Puedo: Revisar si podría conseguir fuentes de ingreso a alternativas.
  • O puedo aprender algo nuevo, que pueda constituirse en una fuente de ingreso alternativa.  

Vamos con otro,

Ejemplo No. 2:

Miedo: “Tengo miedo de enfermarme/contagiarme. 

Acciones que se derivan para hacerme cargo:

  • Evaluar cómo estoy cuidando mi salud en el día a día – Me doy cuenta de que puedo y quiero hacer cosas de manera diferente, para conseguir otros resultados.
  • Implementar cambios en mi alimentación, de manera que pueda tener más energía disponible y que además fortalezcan mi sistema inmune.
  • Incorporo una rutina (aunque sea mínima) de ejercicio físico diariamente.
  • Asegurarme de descansar lo suficiente.
  • Evalúo si estoy aplicando los protocolos de higiene recomendados y corrijo lo necesario.
  • Aplico el distanciamiento social. 

La próxima vez que tenga miedo, una fórmula podría ser, preguntarme respecto de este miedo:

  • ¿Qué cosas están fuera de mi control y por lo tanto es inútil “preocuparme” o dedicarles mucho tiempo de mi pensamiento?
  • ¿Qué sí puedo hacer?, ¿Sobre qué sí puedo actuar?
  • ¿Qué puedo evitar?, o ¿Qué no voy a hacer?
  • Cuál sería el plan de acción más eficiente.

Para tomar las mejores decisiones posibles, mi función es investigar las mejores, expertas y más confiables fuentes disponibles, ya que es con base en información de buena calidad, que voy a estar más capacitado para tomar decisiones referentes a medidas de cuidado, prevención o correctivas, para hacerme cargo de las situaciones que se me presentan.

Cuando puedo mirar a mi miedo de frente y entender lo que me está tratando de advertir, y buscar las mejores acciones posibles para hacerme cargo de esas preocupaciones, ocupándome de mi, de mi salud, finanzas, autocuidado, de las medidas de protección de mis seres queridos, el miedo es mi aliado.

Por otro lado, el miedo mal gestionado, sin duda alguna puede ser un problema.

  • Es un problema cuando el miedo me quita la posibilidad de pensar con claridad.
  • Cuando es el miedo quien me tiene a mí y le permito que tome el control, no me hago cargo y permito que crezca de manera incontrolada. Cuando le doy rienda suelta a pensamientos de tipo catastrófico, del tipo: “Todos vamos a morir”, puedo hacer cosas irracionales, comprometiendo mi bienestar, la seguridad propia, de los míos y de mi entorno: pánico grupal histeria colectiva.
  • Es un problema cuando no me doy cuenta de los recursos que tengo para superar las circunstancias más difíciles.
  • También podría ser un problema si al no tener miedo, a lo mejor trivializo la situación: “no pasa nada” y no me cuido lo suficiente o no observo las recomendaciones y protocolos de seguridad e higiene.  

Resumido: La invitación o propuesta que te planteo con todo respeto sobre cualquier filosofía diferente, sería dejar de satanizar al miedo, asumir la información valiosa que tiene para tí, y ocuparte, tomando las acciones respectivas para cuidar de ti, de los tuyos y de todo aquello que para ti es importante en este tiempo. 

Me encantará que me dejes saber tu opinión y si esta información te suma.

Un abrazo virtual,
Lorena A.

Comments are closed.